El 2016 fue para mi, y para la mayor parte del mundo, el año del casi. A pesar de eso, el 2016 también nos trajo muchas enseñanzas. Espero que en las décadas que vienen recordemos el 2016 como el año para aprender de nuestros errores.
En Perú casi nos libramos de la mafia fujimorista al elegir a Pedro Pablo Kuczynski. Casi, porque la banda criminal del ex-dictador ahora está copando muchas instituciones estatales. Con su aparato de propaganda y de espanto la banda logró obtener la mayoría en el congreso.
Colombia casi logra la paz definitiva entre el gobierno y las FARC. Casi, porque el egoísmo del miope político Alvaro Uribe logró infundir el miedo suficiente para que muchos colombianos voten contra el acuerdo de paz.
En Estados Unidos Bernie Sanders casi gana las primarias del partido Demócrata. Casi, porque el miedo de tener un candidato “socialista” hizo que los “liberales” demócratas elijan a Hillary Clinton como contendora de Trump. Éste usó el miedo a los inmigrantes como garrote para hacer pedazos la maquinaria endeble de Clinton.
En Europa casi cambiamos la historia cuando la canciller Alemana anunciaba su solidaridad con los que huían de la guerra y tocaban las puertas del viejo continente. Casi, porque en unos meses los recién llegados terminaron siendo muchos y “arruinaban” la foto de la Europa perfecta. El miedo a lo diferente y al griterío de la extrema derecha terminó convenciendo a muchos de que habría de echarle llave a la puerta.
En lo personal, el 2016 fue también un año de panes quemados en el horno y barcos hundidos el día de la inauguración. No voy a entrar en detalles pues la lista sería muy larga. Hay que decir las cosas de forma corta y concisa: el 2016 fue un año de mierda.
Sin embargo, no todo fue malo. Este 2016 también fue un año para aprender. La lección más grande fue que el miedo es el peor consejero. El miedo no te deja diferenciar entre las amenazas verdaderas y las oportunidades que se te presentan. El miedo crea paranoia e intolerancia. Por eso, a puertas del año 2017, quiero desearle al mundo entero mucha valentía y compasión.
Gracias, 2016, por obligarme y enseñarme a meditar cada día. Gracias, por enseñarme a vivir la filosofía estoica y no solo leer sobre ella. Gracias, 2016, por enseñarme a ver con claridad la naturaleza de las cosas y lo que quiero para mi y los míos. Gracias por enseñarme a olvidar las preocupaciones innecesarias y las angustias inventadas. Gracias por enseñarme a decirle “No” a cosas que no quiero en mi vida. Gracias por darme la oportunidad de ser más humilde y considerado con las imperfecciones ajenas. Finalmente, muchas gracias por enseñarme a ver la diferencia entre lo que uno necesita y lo que uno quiere.
Gracias por todo lo bueno y lo malo que me diste, 2016.
Ahora sí ya te puede ir a la #%&%*# #& #@ #?&%#
Comentarios